Profetas de todos los tiempos, como los de la biblia con el diluvio universal o las profecías de Nostradamus, aludieron al fin de nuestra civilización tal como la conocemos. Todos, más o menos, hablaron de diluvios, terremotos e infinidad de catástrofes naturales de destrucción masiva. Por su lado, cada uno siempre tuvo sus adeptos, quienes se dejaron convencer de semejantes augurios.
La cuestión es que, ya sea por las predicciones de Héctor Zúñiga o las de Santiago Barrionuevo, está en boca de todos que el fin del mundo es el año que viene según el calendario maya.
En sintonía con ellos, y un poco hipnotizado por la temática, me puse a escribir. Más tarde me di cuenta que lo escrito podía ilustrar la situación actual del Indie.
Ya hablé de mi método de composición que se trata de no fijarse en nada en particular y suspender la crítica en el momento de la escritura, para luego si, más tarde, tratar de interpretar lo escrito o enlazarlo con algún resultado de alguna búsqueda en Google.
De esta manera, encontré que en las costas del océano Pacífico existe lo que los geólogos llaman Cinturón o Anillo de Fuego, el cual se caracteriza por concentrar algunas de las zonas de subducción más importantes del mundo, lo que ocasiona una intensa actividad sísmica y volcánica en el área. Alrededor del 80% de los terremotos más grandes del mundo se producen a lo largo del Cinturón de Fuego.
Pero volvamos a la canción. En ella se habla de un cierre del círculo, lo cual no significaría otra cosa que el movimiento de placas tectónicas; hecho que ocasionaría un importante terremoto y tsunamis al por mayor.
Antes dije que diferentes profetas hablaron del fin del mundo. Unos hablaron de “diluvió universal” y otros directamente de “fin de los tiempos”. Tomémoslos como sinónimos para entender la acción que se intenta para contrarrestar el fin de la humanidad.
Una cruz de sal en la tierra no es otra cosa que un truco de magia para que la lluvia pare. Una creencia muy extendida sobre todo en regiones campestres cuyos habitantes están, quizás, más en contacto con la naturaleza que nosotros. Tal vez esto sea una manera de decir que cuando estamos determinados por un destino inexorable resulta ridículo intentar hacer algo al respecto.
Sin embargo, estemos predeterminados o no; pienso ahora, lo único que nos queda es hacer lo que nos gusta, tan solo por el hecho de que nos da placer hacerlo. Sin importar si para o no de llover. Así, el fin del mundo nos encontrará felices y en paz con el universo.
No comments:
Post a Comment